Informe del PNUD sobre el Índice de Normas Sociales de Género (GSNI)
El progreso mundial en el logro de la igualdad de género se ha estancado: por primera vez elÍndice Global de Desigualdad de Género (GII) no muestra ninguna mejora desde 2019. El sesgo de género es un problema omnipresente en todo el mundo, según el informe The Gender Social Norms Index (GSNI) publicado recientemente. El GSNI cuantifica los prejuicios contra las mujeres, captando las opiniones de las personas sobre el papel de las mujeres en cuatro dimensiones clave: política, educativa, económica y de integridad física. El índice, que abarca al 85% de la población mundial, revela que cerca de 9 de cada 10 hombres y mujeres mantienen prejuicios fundamentales contra las mujeres.
Según el GSNI, hay nuevas pruebas de los vínculos rotos entre el progreso de la mujer en la educación y la capacitación económica. Las mujeres están más formadas y cualificadas que nunca, pero últimamente esto no ha reducido las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres. De hecho, las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres están más fuertemente correlacionadas con las medidas de las normas sociales de género que con la educación. Cambiar las normas sociales es esencial para que las políticas de igualdad de género se traduzcan en mejoras reales de la situación de lase mujesr.
En mejoras reales del poder y la influencia de las mujeres. Por ejemplo, incluso si se eliminan las barreras formales al empleo femenino, las normas que desalientan a las mujeres a ir a trabajar pueden seguir limitando el empoderamiento de las mujeres.
Los prejuicios de género omnipresentes son un factor importante de la grave infrarrepresentación de las mujeres en puestos de poder y liderazgo. Por término medio, la proporción de mujeres como Jefas de Estado o de Gobierno se ha mantenido constantemente en torno al 10% desde 1995.Los países con mayor prevalencia de prejuicios basados en normas sociales de género muestran una menor presencia de mujeres en los parlamentos. Según el informe GSNI, casi la mitad de la población (49,3%) cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres. Las normas sociales que sitúan a las mujeres como líderes menos capaces o apoyan la estigmatización e incluso la violencia contra las mujeres en la política, todo ello se derrama.

¿Por qué las mujeres siguen enfrentándose a una ardua batalla para alcanzar y ejercer el poder político, a pesar de la eliminación de muchas barreras formales para ocupar cargos políticos?
Elevar a las mujeres al poder político puede ser una poderosa palanca para cambiar las normas sociales, pero por sí solo no determina un cambio en las normas. Por un lado, en los países en los que las mujeres han ocupado el cargo político más alto (como Jefas de Estado o de Gobierno) en la última década, los cambios en el GSNI fueron casi tres veces mayores que en los países en los que las mujeres no lo han ocupado (un cambio de 7,6% puntos en los primeros frente a 2,7% puntos en los segundos). Por otra parte, las mujeres líderes corren a menudo el riesgo de ser juzgadas más duramente que sus homólogos masculinos. Esto incluye cuestiones como la violencia en línea y en persona contra las mujeres en política, así como la cosificación de las candidatas y la cobertura sexista en los medios de comunicación. Cuando las mujeres se convierten en líderes, los cambios en las normas pueden ir en cualquier dirección: hacia una mayor aceptación del liderazgo femenino o hacia una mayor reacción contra las mujeres.
Estas barreras no son inevitables. Los prejuicios en las normas sociales no son inextricables: depende de nosotros cambiar. Las normas sociales de género han cambiado en el pasado y siguen cambiando debido a las innovaciones y las políticas. Algunos ejemplos son: la expansión de la educación primaria universal para las niñas, la invención y el uso de la píldora anticonceptiva para la planificación familiar de las mujeres, el aumento de la participación de las mujeres en la población activa, el acceso a lafinanciación para las mujeres empresarias, políticas de baja por paternidad más amplias e inclusivas.
Para impulsar el cambio hacia una mayor igualdad de género, debemos centrarnos en ampliar el desarrollo humano a través de la inversión, los seguros y la innovación. Reforzar la protección social y los sistemas de cuidados que llegan a las mujeres puede servir como seguro, aumentando el poder de negociación de las mujeres en el hogar, promoviendo la inclusión financiera, apoyando la generación de ingresos a largo plazo y construyendo agencia. Un mayor control sobre los activos puede cambiar las relaciones de poder y proporcionar un seguro frente a las crisis externas. En México, por ejemplo, el PNUD colabora con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y el Gobierno de Chiapas para reforzar el acceso de las mujeres tzotziles a la financiación y al mercado laboral, y está creando redes de mujeres para impulsar su capital social. Fomentar intervenciones innovadoras puede crear puntos de inflexión para las normas de género generalizadas. Por ejemplo, regular la desinformación y la desinformación de género y hacer frente a la incitación al odio y a la violencia en línea -todas ellas influidas por normas sociales de género sesgadas- puede contribuir en gran medida a que las mujeres sientan que controlan mejor sus propias vidas.

Seguimos apoyando el desarrollo humano centrado en la igualdad de género a través de nuestra iniciativa global, el Sello de Igualdad de Género para Instituciones Públicas, que celebra a las instituciones públicas y los gobiernos que se esfuerzan por ser más inclusivos y trabajan para crear sociedades en las que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades. Para más información sobre el Sello de Igualdad de Género, visite nuestro sitio web aquí.